La adicción a las drogas o drogodependencia es una enfermedad con graves consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Se caracteriza por un patrón de conducta desadaptativo, en el que la persona prioriza el consumo de drogas: alcohol, cocaína, cannabis, psicofármacos, etc. y lo antepone a valores antes más importantes, causando deterioro o malestar significativos. También puede darse adicción a algunas conductas como el juego con apuesta, internet, el sexo o las compras y entonces se habla de adicciones comportamentales o adicciones sin sustancia.
En general todas las drogas actúan liberando unas sustancias, los neurotransmisores, que actúan produciendo un desequilibrio del sistema nervioso central, de manera que cuando la persona deja de consumir necesita la droga para seguir funcionando. Su organismo pierde la capacidad de generar las sustancias propias y se rompe el equilibrio natural.
A nivel psicológico suelen actuar o bien aliviando a la persona que las consume de algún sentimiento negativo o dolor, o aportándole una aparente y momentánea solución a necesidades suyas (desinhibición, euforia, sentimiento de poder con todo…). La vivencia de la persona es que para estar bien necesita seguir consumiendo las sustancias.
La persona que presenta una adicción no puede controlar el consumo de la sustancia a pesar de lo mucho que lo intente, y a pesar de ser consciente de las consecuencias adversas de su consumo. Una de las características de esta enfermedad es que el individuo que consume una droga de forma continuada sufre cambios en su cerebro que dificultan el autocontrol y la capacidad para contener el impulso de consumir la droga y por tanto ya no consume de forma voluntaria, sino porque no pueden dejar de hacerlo.
El consumo de sustancias adictivas dificultan el autocontrol
La toma de conciencia de una adicción y el proceso de dejar de consumir pasa por diferentes fases etapas, que fueron descritas por los psicólogos Prochaska y Diclemente:
- Etapa de precontemplación: la persona consume sin ser consciente de las consecuencias negativas de su consumo.
- Etapa de contemplación: la persona empieza a plantearse que su consumo es problemático y que debería hacer algún cambio. Se produce la disonancia, es decir discrepancia entre lo que el individuo hace y lo que cree que debería hacer.
- Etapa de preparación: La persona empieza a pensar seriamente en los cambios que debe hacer en su vida para cambiar la conducta de consumo.
- Etapa de acción: la persona empieza a llevar a la práctica estos cambios.
- Etapa de mantenimiento: La persona incorpora estos cambios en su estilo de vida. Se considera que ha llegado a la etapa de mantenimiento cuando estas nuevas conductas permanecen durante más de 6 meses.
A pesar de estos cambios se pueden producir recaídas que hacen que la persona reinicie el ciclo. Este modelo revela la complejidad del proceso y porqué es tan dificil que una persona tome conciencia de su adicción por mucho que la gente que le rodea se lo advierta. Cada etapa supone una actitud mental diferente e implica un tipo de intervención específica para ayudar a la persona a cambiar de etapa y avanzar en el proceso de cambio. Por ello es importante la intervención de profesionales que diseñen el tratamiento, tanto para el propio usuario como para su familia.